WERCKMEISTER HARMÓNIÁK / LAS ARMONÍAS DE WERCKMEISTER
Dirección: Béla Tarr
País: Hungría
Año: 2000
Sinopsis: A la ciudad llega un espectáculo ambulante que promete exhibir a la ballena más grande del mundo. Despierta también una gran curiosidad una figura misteriosa e imprevisible a la que llaman "el Príncipe"... (FILMAFFINITY)
Un director profundamente intelectual puede producir películas crípticas, de esas que en general sólo disfrutamos los cinéfilos porque no se agotan en la primera visión, o porque se puede observar en ella alguna habilidad especial del realizador que nos permite apreciar las diferencias entre el cine puramente comercial narrativo y las poéticas que se toman su tiempo.
Lo primero que maravilla al ver una película de este director húngaro son sus planos secuencias: todas las escenas están filmadas con una sola cámara, pero en vez de hacer que la película sea cuadrada y estática, la cámara se mueve constantemente en una sensación de estar flotando etérea alrededor de los personajes y los escenarios. Lo segundo que impresiona es su increíble fotografía en blanco y negro, todo está iluminado perfectamente, en increibles grises y claroscuros dignos de cualquier obra expresionista.
El desafío para este tipo de directores es crear emociones y una narración que se puedan seguir con interés, aunque no sean las normales (ni las emociones ni la narración) y muchas veces que la historia sea totalmente extraña. Y mientras pienso en Ripstein, Tsai-Ming Liang, Goddard, Tarkovsky, Kitano y Sokurov cada uno con sus características especiales y sus raras habilidades para producir emociones (en sus mejores casos) con narrativas originales y aunque apenas he visto una película y media de este director, creo que ya habría que ponerlo junto a los directores que nombré antes.
Así cómo hay una música normal, la que escuchamos todos, con ritmo, melodía y armonía y basada en un registro de 7 notas, también hay otra que no está construida sobre estas bases, son atonales, trabajan la música con los sonidos que quedan entre las notas o utilizan estructuras totalmente distintas, cómo dicen en uno de los diálogos de esta película, son no-naturales, pero aunque sean mucho más difíciles de comprender, disfrutar o emocionarse con ellas, siguen siendo músicas y siguen tratando los mismos temas, desde otra óptica, muchas veces cómo un desafío para quién las escucha. El propio Bela Tarr se hace cargo de esta característica y la sigue hasta sus últimas consecuencias, desde su trabajo con la fotografía, la cámara, la puesta en escena, el montaje, los eternos planos secuencias y la historia hasta en sus errores, que se deben a su propia irreductible lógica artística.
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