Dirección: Sidney Lumet
Reparto: Al Pacino, John Randolph, Jack Kehoe, Tony Roberts.
Sinopsis: Años 70. Relato biográfico sobre Frank Serpico, un policía íntegro de principios incorruptibles que, a diferencia de sus colegas, nunca se dejó sobornar, y precisamente por ello siempre tuvo problemas con sus compañeros de profesión y se vio expuesto a situaciones muy peligrosas. (FILMAFFINITY)
Si bien es cierto que el retrato que se hace de Serpico es, principalmente, hagiográfico también lo es que Lumet no evita mostrar defectos en la persona del protagonista, especialmente en su vida personal, con la intención de humanizarle.
El honesto, decidido, idealista, sincero, responsable personaje que vemos en su trabajo es mostrado por Lumet obstinado, cabezota, obsesivo, poco dado al compromiso en el ámbito sentimental, en su vida privada.
Esas cualidades idealistas de las que hace gala durante toda la película, esa decisión y convicción en sus ideas a las que nunca renuncia, lo emparentan con el Quijote, por eso la referencia al mismo en las clases de español que cursa nuestro protagonista no es nada gratuita. Serpico es un personaje profundamente quijotesco.
La interpretación de Al Pacino es magistral, no en balde estaba en su mejor época y nos dejó trabajos que no se olvidarán jamás, situándole como uno de los mejores actores de su generación e incluso entre los más grandes de todos los tiempos. Pacino nos presenta un Serpico bohemio, desastrado que juega con su físico y su vestuario de forma magistral, un personaje original, vulnerable y firme a la vez. Imperecedero.
El retrato de la corrupción policial es espléndido así como el de época. La claustrofobia que produce ese ambiente de trabajo enrarecido sin saber en quien confiar dota de intensidad a la película, trabajo que se echa por tierra en la segunda parte de la misma por las circunstancias mencionadas, un exceso de elipsis, demasiado marcadas en los saltos temporales que restan la intensidad lograda anteriormente, entre otras cosas.
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