THE TREE OF LIFE / EL ÁRBOL DE LA VIDA (2011)
Estados Unidos, años 50. Jack (Hunter McCracken) es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre (Jessica Chastain) encarna el amor y la ternura, su padre (Brad Pitt) representa la severidad, pues la cree necesaria para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack (Sean Penn) evoca los momentos trascendentes de su infancia y trata de comprender qué influencia tuvieron sobre él y hasta qué punto determinaron su vida. (FILMAFFINITY)
El Árbol de la Vida es un viaje de consciencia y su vehículo está conformado por piezas enlazadas entre sí y vacías de fundamentalismos: la ciencia, la Esjatología, la familia. Este trabajo de Malick no es un film inaccesible. Más que provocar conexiones emocionales contigo, quiere que seas tú quien las encuentre dentro de tí mismo.
Muerte y vida. Ciencia y religión. Universo y familia. Y la pérdida como hilo conductor, que nos hace reflexionar sobre la grandeza de nuestras posesiones… por otro lado insignificantes frente a la majestuosidad del Cosmos. La complejidad de la obra de Malick se nutre de la sencillez en la que nos expone las múltiples capas de su narrativa. Porque no hay más que prestar atención para identificar la vastedad de sus propuestas.
TO THE WONDER / DEBERÁS AMAR (2012)
Neil (Ben Affleck), un norteamericano aspirante a escritor, y Marina (Olga Kurylenko), una madre soltera europea, se conocen en París y disfrutan de un momento de idilio en la isla francesa de St Michel, revitalizados por las sensaciones de estar de nuevo enamorados. Neil ha dejado su país buscando una vida mejor, dejando atrás una serie de hechos dolorosos. Mirando a Marina a los ojos, Neil cree estar seguro de que ha encontrado a la mujer que puede amar con dedicación. Es por ello que le propone irse a vivir junto a su hija Tatiana (Tatiana Chiline) a los Estados Unidos. Pero cuando años más tarde, una serie de circunstancias personales y profesionales resquebrajan su relación, otra mujer aparece en la vida de Neil, con igual o incluso mayor fuerza: Jane (Rachel McAdams), una vieja amiga de la infancia. ¿Logrará este Neil mantenerse fiel a su promesa inicial o aprovechará para cambiar su vida hacia el futuro que siempre anheló?
La narración de To the Wonder, al igual que la de El árbol de la vida y en parte también de La delgada línea roja , es próxima a las modalidades expositiva y poética del documental. La música y las frases cortas, dichas en voice over por los personajes a la manera del narrador de ese tipo de filmes, son las que dan ilación a la película, que se desarrolla de principio a fin como una secuencia de montaje. En To the Wonder incluso es más importante la materialidad de las palabras, que están en francés, inglés, español e italiano, además del lenguaje de señas de los sordomudos, que el sentido que pudiera hallarse a las preguntas y expresiones de sentimientos de la gente sencilla que son los personajes.
KNIGHT OF CUPS / CABALLERO DE COPAS (2015)
"Había una vez un joven príncipe cuyo padre, el rey de Oriente, lo envia a Egipto para encontrar una perla. Pero cuando llega, el pueblo le sirve una taza. Al beberla, se olvida de que era el hijo de un rey, se olvida de la perla y cae en un profundo sueño." El padre de Rick (Christian Bale) solía leerle esta historia cuando era un niño. En la actualidad, siendo Rick ya adulto, el camino hacia Oriente se extiende ante él... (FILMAFFINITY)
La película es la mirada del realizador a la decadencia de la industria de Hollywood y, tal vez, a su propia crisis creativa. Christian Bale “interpreta” (su “interpretación” básicamente consiste en caminar, mirar con cara de preocupación y revolcarse en varias camas con muchas mujeres bellísimas) lo que parece ser un guionista –o un director, nunca queda muy claro– viviendo el “Hollywood lifestyle”, pero atravesando una seria crisis personal que no le permite avanzar en su trabajo. A lo largo de buena parte del film lo vemos recorrer estudios, yendo a fiestas en mansiones, strip-clubes y, en una larga secuencia, visitando Las Vegas.
Lo fascinante y a la vez potencialmente frustrante del film –y el estilizado sistema audiovisual del Malick siglo XXI– es que el realizador logra mantener el interés del espectador básicamente sin narrar nada más que estados mentales, impresiones, sensaciones, como si todo el largometraje fuera una pintura viva, en el que importan más que nada los movimientos y la combinación sensorial de los distintos elementos en el plano. La mayoría de las escenas no tienen diálogos y, cuando lo tienen, aparecen y desaparecen como si se oyeran de casualidad, rápidamente reemplazados por música o por la temida voz en off.
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