JIM THORPE ALL AMERICAN
(EL HOMBRE DE BRONCE, Michael Curtiz, 1951)
El biopic de Jim Thorpe cuyo nombre indio significa Camino
Luminoso, es relatado por “Pope “Warner (Charles Bickford), su entrenador,
quien en un homenaje a nuestro héroe, encarnado por un maravilloso Burt
Lancaster, nos remonta a su niñez cuando para no asistir a clases corría 20
kilómetros a campo traviesa para malestar de sus progenitores aunque su padre
le advierte que si quiere ser alguien tendrá que prepararse. Es así que
dando un salto alto en el tiempo
somos transportados a la universidad de Carlisle, institución a dónde
van los nativos americanos para educarse y no desperdiciar su vida. Allí Jim
además de encontrar el amor descubrirá también sus dotes atléticas en más de
una disciplina deportiva y se convertirá en jugador estrella de beísbol y
fútbol americano hasta cuando participe en las olimpiadas de Suecia en 1912
coronándose campeón mundial en pentatlón y decatlón, medallas que le serían
despojadas por un tecnicismo pues él
durante un verano para ganarse algo de dinero extra para su manutención jugó
profesionalmente y según las normas eso era motivo para tal sanción.
El auténtico nativo americano Jim Thorpe
Una vez llegado a la cúspide comienza el drama y a pesar de
ser uno de los atletas más completos de la historia del mundo, así como el ascenso
llegó a lo más alto más dura fue la caída tanto personal como profesional.
Sin duda Burt nació para este papel, muchas de las escenas
de las hazañas deportivas las interpretó él mismo haciendo gala de sus
cualidades atléticas y su carismática sonrisa. La historia obviamente concentra
eventos para darle mayor fuerza y, como no, al ser un retrato de un héroe
americano, la decrepitud es soslayada pues el filme termina con el citado
homenaje al deportista como si su vida se hubiese redimido cuando en verdad el
auténtico Thorpe falleció paupérrimo y alcoholizado. El Comité Olímpico
Internacional, tres décadas después admitió su error y post mortem le fueron
devueltas sus preseas olímpicas a los parientes que le sobrevivieron.
Michael Curtiz, conocido todoterreno en sus realizaciones
firmó está película en la que hizo uso de material de archivo sobre todo de las
olimpiadas de Suecia en 1912 y la de Los ángeles en 1932. Es de ese tipo de
filmes que se hacían hace muchos años, aquellos con una buena historia, bien
narrada, con una gran estrella protagonista y que nos dejaba un buen sabor de
boca al final aunque, como anteriormente lo escribí, se adulteraban ciertos
hechos.
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