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"Cinema Paradiso"

"Cinema Paradiso"

jueves, 3 de noviembre de 2016

CINE LATINOAMERICANO: “INVASIÓN” DE HUGO SANTIAGO MUCHNICK (1969)


País: Argentina 

Reparto: Lautaro Murúa, Olga Zubarry y Juan Carlos Paz

Guión: Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges y Hugo Santiago Muchnick

Género: Drama Político, Ciencia Ficción

Reseña por Frank Binueza.

Aquilea es una ciudad asediada por misteriosos invasores que pretenden apoderarse de ella, estos invasores son unos enigmáticos hombres que siempre visten gabardinas. La indiferencia de los habitantes de la ciudad les allana el camino; únicamente un pequeño grupo de resistentes, guiados por el anciano Don Porfirio (Juan Carlos Paz), trata de impedir la acción de los invasores en una lucha desigual. Tras descubrir un nuevo plan de los invasores, Herrera (Lautaro Murúa), mano derecha de Don Porfirio se lanza en un frenético intento de desbaratar los planes, aparentando frente a su mujer, Irene (Olga Zubarry), una mujer que lleva una doble vida…


Considerada como una obra de culto dentro de la cinematografía argentina, “Invasión” muestra un terreno inexplorado dentro de la misma, con una atmósfera entre el cine clásico argentino y la nouvelle vague francesa, es una historia que combina de manera inteligente el drama político con la ciencia ficción, utilizando una narración trepidante y ambigua a la vez, llena de cambios de cámaras, sobrio planos y excelente musicalización, que le brinda un aspecto atemporal. Son obvias las influencias que recibió de relatos de ciencia ficción como “El Eternauta” o de los propios escritos de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, además de las películas francesas de la época como “La Jetee” o “Alphaville” de Jean-Luc Godard, en especial la atmósfera enrarecida dentro de la cotidianidad de la ciudad.


“Aquilea” es Buenos Aires, tanto en la ficción como en la realidad, pero mezcla diversas épocas, es Buenos Aires en los años 50’s, por la caracterización Herrera y sus compañeros, sus costumbres y acciones, estancados en el tiempo; es Buenos Aires a principios de los 70’s, por su tráfico, los movimientos sociales y la juventud en rebelión. La historia está llena de inconsistencias que pueden considerarse como alegorías, pero en palabras de su director: “La película no es una alegoría, no hay nada alegórico. Decían como una alegoría, que tendría una epifanía que sería... Yo decía, ¿pero qué alegoría? La película es lo que Borges escribió, es la historia de una ciudad imaginaria y que…”.


Aún con callejones sin salida, tiempo muerto, cabos sueltos y errores de continuidad, la historia llega a ser atrapante, en especial por lo bien redondeados protagonistas, el personaje de Don Porfirio, basado en el filósofo y escritor argentino Macedonio Fernández, con sus planes fríamente calculados, su voz de mando pese a su edad y sus simpáticas conversaciones con su gato; Herrera por otro lado es el clásico personaje de Borges, un héroe llano y sin emociones, que no duda en sacrificarse a sí mismo para detener la invasión; y el personaje de Irene, quien juega entre dos bandos, pero aparentemente en ninguno de los dos principales de la historia, sino entre su vida cotidiana y otra facción, cuya revelación es el clímax final de la película.



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