País: Italia.
Guión: Gianfranco Rosi.
Reparto: Francesco Mannino, Francesco Paterna, Giuseppe Fragapane, Maria Signorello, Mattias Cucina, Pietro Bartolo, Samuele Caruana y Samuele Pucillo.
Género: Documental.
La isla de Lampedusa es el punto más meridional de Italia, que desde 1990 se ha convertido en un lugar masivo de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas. En poco más de 20 años, más de 20.000 personas se han ahogado durante la travesía para alcanzar lo que para muchos supone vía de entrada a Europa, y que les debería permitir escapar de la guerra y el hambre. Samuele es un travieso niño de 12 años que vive en la isla, va a la escuela, le gusta tirar con la honda e ir de caza. Le gustan los juegos de tierra, pese a que todo a su alrededor habla del mar y de los hombres, mujeres y niños que intentan cruzarlo para llegar allí…
El exitoso director Gianfranco Rosi utiliza como la pequeña isla de Lampedusa, como trasfondo de uno de los fenómenos que más ha causado división en Europa en los últimos años, la inmigración ilegal, que sin embargo ha sido un problema por más de 20 años en dicha isla de apenas 20 kilómetros cuadrados y poco más de 6,000 habitantes. El retrato crudo de la problemático contrasta con la aparente vida tranquila de la población, que irónicamente tiene pocas oportunidades para el futuro. A través de largas tomas panorámicas, y exquisitas tomas simétricas, el experimentado director nos muestra el contraste entre la belleza natural de la isla con la tragedia humana que se desarrolla en alta mar.
El filme inicia presentándonos a Samuele, un despreocupado y travieso
niño de 12 años, proveniente de una tradicional familia de pescadores,
por medio del cual conocemos la flora y fauna de la isla. Samuele
prefiere pasar el tiempo cazando con su honda o pasando el tiempo con
sus inseparables amigos y haciendo excursiones en los bosques o en los
áridos acantilados de la isla, en lugar de involucrarse de lleno en las
labores del mar. El chico además nos involucra en la rutina diaria de
los habitantes de la isla, la escuela, sus pláticas con su abuela Maria y
sus visitas al médico debido a sus constantes padecimientos, el niño
demuestra ser demasiado neurótico para la edad que tiene, debido a sus
males respiratorios y a un padecimiento de su ojo izquierdo.
Sin embargo, la inocencia del niño, contrasta con el drama que acontece a su alrededor, sin que él apenas lo note, Rosi nos involucra en los problemas de los migrantes, cual vouyeristas a través de monitores militares, desesperadas comunicaciones radiales, espejos y portezuelas, un atisbo de la crueldad que estamos a punto de ver. Otros personajes como la tía Maria que mantiene un nutrido diálogo de peticiones musicales con el locutor radial de la zona, viven el drama en propia piel al escuchar las constantes noticias de naufragios y rescates. El doctor al que visita Samuele, también es el encargado de ver a los migrantes rescatados y a sus muertos, un número demasiado elevado en sus propias palabras.
En tierra, los inmigrantes rescatados reciben atención médica y realizan torneos de fútbol para pasar el tiempo en reclusión, estas personas provenientes de Nigeria, Eritrea, Libia, Siria, y una larga lista de países, en busca de un mejor futuro, tienen que pasar una penosa y peligrosa travesía en el mar Mediterráneo, que muchas veces se convierte en un verdadero infierno; embarcaciones inadecuadas, sobrecargadas y en condiciones de hacinamiento, donde las enfermedades, deshidratación y muerte es el pan de cada día, mujeres, niños y hombre cuyo afán de una mejor vida, huyendo de la violencia de sus países se ven involucrados en una ruleta rusa contra los elementos.
Por medio de la tía Maria, nos damos cuenta del significado de
“Fuocoammare” literalmente “Infierno en el mar”, una tradicional canción
italiana, que los pescadores escuchan cuando hay tormenta o el mar está
picado, y es imposible realizar sus labores diarias. Para los
migrantes, el infierno en el mar son los peligros que enfrentan en el
viaje, los cuales Rosi nos muestra sin tapujos pero sin llegar a la
morbosidad, aunque sin dejar de ser impactante. Una visión distinta de
un drama actual, y según el director su intención era aumentar la
conciencia de la situación migrante, diciendo: “No es aceptable que las
personas mueren cruzando el mar para escapar de una tragedia”.
Guión: Gianfranco Rosi.
Reparto: Francesco Mannino, Francesco Paterna, Giuseppe Fragapane, Maria Signorello, Mattias Cucina, Pietro Bartolo, Samuele Caruana y Samuele Pucillo.
Género: Documental.
La isla de Lampedusa es el punto más meridional de Italia, que desde 1990 se ha convertido en un lugar masivo de desembarco de inmigrantes ilegales procedentes de tierras africanas. En poco más de 20 años, más de 20.000 personas se han ahogado durante la travesía para alcanzar lo que para muchos supone vía de entrada a Europa, y que les debería permitir escapar de la guerra y el hambre. Samuele es un travieso niño de 12 años que vive en la isla, va a la escuela, le gusta tirar con la honda e ir de caza. Le gustan los juegos de tierra, pese a que todo a su alrededor habla del mar y de los hombres, mujeres y niños que intentan cruzarlo para llegar allí…
El exitoso director Gianfranco Rosi utiliza como la pequeña isla de Lampedusa, como trasfondo de uno de los fenómenos que más ha causado división en Europa en los últimos años, la inmigración ilegal, que sin embargo ha sido un problema por más de 20 años en dicha isla de apenas 20 kilómetros cuadrados y poco más de 6,000 habitantes. El retrato crudo de la problemático contrasta con la aparente vida tranquila de la población, que irónicamente tiene pocas oportunidades para el futuro. A través de largas tomas panorámicas, y exquisitas tomas simétricas, el experimentado director nos muestra el contraste entre la belleza natural de la isla con la tragedia humana que se desarrolla en alta mar.
Sin embargo, la inocencia del niño, contrasta con el drama que acontece a su alrededor, sin que él apenas lo note, Rosi nos involucra en los problemas de los migrantes, cual vouyeristas a través de monitores militares, desesperadas comunicaciones radiales, espejos y portezuelas, un atisbo de la crueldad que estamos a punto de ver. Otros personajes como la tía Maria que mantiene un nutrido diálogo de peticiones musicales con el locutor radial de la zona, viven el drama en propia piel al escuchar las constantes noticias de naufragios y rescates. El doctor al que visita Samuele, también es el encargado de ver a los migrantes rescatados y a sus muertos, un número demasiado elevado en sus propias palabras.
En tierra, los inmigrantes rescatados reciben atención médica y realizan torneos de fútbol para pasar el tiempo en reclusión, estas personas provenientes de Nigeria, Eritrea, Libia, Siria, y una larga lista de países, en busca de un mejor futuro, tienen que pasar una penosa y peligrosa travesía en el mar Mediterráneo, que muchas veces se convierte en un verdadero infierno; embarcaciones inadecuadas, sobrecargadas y en condiciones de hacinamiento, donde las enfermedades, deshidratación y muerte es el pan de cada día, mujeres, niños y hombre cuyo afán de una mejor vida, huyendo de la violencia de sus países se ven involucrados en una ruleta rusa contra los elementos.
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