Cuando allá por 1989 a un semidesconocido Tim Burton se le había
responsabilizado llevar a la pantalla una nueva versión del vengador
enmascarado, Adam West reclamó su protagonismo, pues, según el actor,
quién mejor que él mismo con su experiencia en la serie televisiva de
mediados de los 60 para vestirse nuevamente como el paladín de la
justicia. Sin embargo el tono del filme ochentero era muy oscuro y nada
tenía que ver con la sicodelia sesentera, se optó por Michael Keaton a
pesar del rechazo y protesta de los fans, el resultado fue un éxito de
taquilla y gérmen del actual boom superheroíco . Lo demás es historia
,quedando como una anécdota lo anteriormente escrito.
La serie
que tuvo su duración entre 1966 y 1968 reunió 120 episodios y un
largometraje en los cuales se relataron las aventuras de un Batman algo
torpe, gordito y con un sentido de la moral y justicia exasperante, iba
acompañado de su pupilo Robin, el muchacho maravilla, adalid del
ingenuismo, pletórico de frases y exclamaciones cursis y que muchas
veces en lugar de ayudar estorbaba. Los villanos sobreactuados
igualmente bobalicones pero entrañablemente divertidos especialmente los
4 más conocidos: El Guasón, Gatúbela, Pingüino y el Acertijo, porque
los otros pecaban de histrionismo oligofrénico aunque para los niños de
aquel entonces nos causaba mucha gracia que hubiera un tipo bastante
loco que se creyera reencarnación de un faraón egipcio , o que un calvo
usara huevos como su mejor arma o un pianista interpretado por Liberace
intentaran sembrar caos en Ciudad Gótica y varios más por el estilo. Un
Bibliófilo, una sirena, un juglar, una viuda negra, etc, que
curiosamente eran carne catódica ya que muchos de ellos jamás fueron de
los cómics originales. Del lado de la justicia el comisionado Gordon
que era bastante maniatado, pues para todo usaba su teléfono rojo en
línea directa con el encapotado, el jefe de policía O’Hara, todavía más
inútil y ocasionalmente la Batichica, hija del primero pero cuya
identidad secreta la desconocía; y en la residencia Wayne (o Díaz en
Latinoamérica) el fiel Alfred, mayordomo que custodiaba el secreto de
Bruce (Bruno) y Dick Greyson (Ricardo Tapia) a la vez que era experto en
computadoras y mantenía en completa limpieza la Baticueva . Y
finalmente la tía Harriet, advenediza pariente del joven, que uno no
sabía a qué cuento la habían puesto ahí, tenía una función cómica pero
no pocos la hallábamos insoportable.
Bueno, los personajes poco
tenían que ver con los creados por Bob Kane. El showrunner William
Dozier y el guionista Lorenzo Semple Jr. poca idea tenían de la
batihistoria pues cuando fueron encargado por la 20TH Century Fox
Television para que levanten el proyecto se leyeron unos cuantos tebeos y
¡santas inspiraciones Batman!, realizaron el bosquejo de una serie
infantil pero que gustó a todas las edades, convirtiéndose en un
verdadero fenómeno mundial, la batimanía, apoyándose en un rudimentario
mercadeo que incluía disfraces, muñecos, juguetes, álbumes de cromos, y
un largo etcétera.
Por eso cuando en el 89 Burton hizo su peli
quería alejarse lo más posible del modelo televisivo y nada que la
recordara, o sea Mr. Adam West thank you por sus intenciones y
consultoría que mejor hacemos un Batman resentido con un guasón
psicótico.
27 años más tarde, la Warner en su división de películas animadas puso en manos de Rick Morales, conocido dibujante de storyboards para la DC y su competidora Marvel, un proyecto curioso de recuperar al hombre murciélago sesentero contratando para las voces ni más ni menos al duó dinámico conformado por West y Burt Ward además de Julie Newmar recuperando su rol de Gatúbela. El ambiente tenía que ser inspirado en la serie, es decir una historia bastante simple con sus particulares cliffhangers, diálogos entre ingenuos y surrealistas y con una ligera insinuación filiogay entre los protas, profesada por Robin hacia su tutor. Los villanos principales a más de la mujer gato debían ser los 3 anteriormente citados con la pena que ni César Romero ni Burgess Meredith ni Frank Gorshin tendrían papel por su obvia condición de fallecidos, no obstante los suplentes lo hicieron con nota muy alta. La película está llena de referencias a la época televisiva desde los colores, el lenguaje, la parafernalia, los vehículos y el comportamiento muy kitsch, sazonado con las peleas onomatopéyicas (POW!, BANG! CRASH!) y la atracción entre el ratón volador y la felina llevados al delirio con una referencia a la conclusión del último capítulo de la trilogía de Nolan.
Una parodia maravillosa de otra parodia que
además de nostalgia produce hilaridad porque no hay nada que tomarse en
serio, incluso los insultos que Robin le profiere a la villana son tan
divertidos que acentúan más el carácter de farsa. Si se entretuvieron de
niños con estos personajes encontrarán esta obra suculenta que hasta
baile de batusi tiene.
Y ya anuncian secuela por la misma batihora y por el mismo baticanal. Que no me la pierdo.
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