El
18 de enero se estrenó en Caracas lo más reciente del realizador
José G.Hernández. El
filme, en palabras de
su
propio director “dice lo que muchos quieren
callar”.
Reseñas Cinéfilas estuvo en su lanzamiento.
Ernesto Soltero
Una de las primeras cosas que nos
aclara José Gregorio Hernández, realizador de la película El
Secreto de mi Amigo Sebas,
es su precaución al co-escribir el guión y contar la historia. Al
igual que otras películas venezolanas, “Mi amigo Sebas” se basa
en una historia real, cuidándose de utilizar nombres o lugares
reales, o al menos cambiándolos sutilmente, tal como se hizo en el
pasado con filmes ya clásicos como
Cangrejo
(Chalbaud, 1984) evitando,
de esta manera, percances legales como el de la película El
Inca
(Castillo, 2016) censurada
el año pasado por una orden judicial.
La historia, sórdida, sin embargo, no
es contada por simple capricho. Es cercana al director (quién además
produce, y hace dos papeles) no sólo por la cercanía geográfica
(se desarrolla en Zulia, tierra natal del cineasta) sino porque la
familia del involucrado (no del actor, sino de la persona que inspiró
a uno de los personajes protagónicos) es allegada a la familia del
director.
El Secreto de mi amigo Sebas
es además una cinta hecha con presupuesto privado, algo digno de
admirar en un país como Venezuela. El mismo realizador ha invertido
su propio dinero, arriesgándose con una producción poco
convencional, aunque no por ello difícil de entender. Entre sus
referencias están Gaspar
Noe y
John
Cameron Mitchell,
conocidos por sus controvertidas obras. La carrera paralela del
director, quién es además, médico cirujano, ha servido para
conseguir los fondos necesarios.
Realidad
grotesca, pero intencional
“El Secreto” es una película
chocante. Si bien, desde hace algunos años, el tema de la identidad
de género ha sido una constante en el cine veneco, con cintas
galardonadas en festivales como Cannes
o en certámenes como los Goya,
aquí el tema es abordado desde una perspectiva poco digerible,
incluso para el público homosexual. Hay un momento en el cual
presenciamos sexo heterosexual, y sin embargo, no es algo que se vea
con beneplácito. No necesariamente se tratan de escenas grotescas,
es que hay mucha realidad.
El film está entre lo masivo y lo
experimental. Tiene un estilo narrativo no líneal, al cual nos hemos
ido acostumbrando desde los ´90 gracias a directores como Tarantino
y Noe. José G. Hernández está, sin embargo, más cerca de este
último. No hay nada de humor negro en su propuesta. Todo ello se
adereza con movimientos bruscos de cámara y una música incidental a
veces perturbadora, elementos estos que no son colocados al azar.
En cuanto al score del film, éste pertenece a Alejandro Silva, un autor que sigue un poco la línea de compositores como Miguel Angel Fuster, quienes añadieron algo de música progresiva al cine venezolano durante los años ´70/80. Hay además una influencia digamos “Almodovaresca”, al incluir piezas musicales de cantantes como Yuri e Isabel Pantoja, quienes nos ubican no sólo en la década de los ´80, sino también en el ambiente gay.
En cuanto al score del film, éste pertenece a Alejandro Silva, un autor que sigue un poco la línea de compositores como Miguel Angel Fuster, quienes añadieron algo de música progresiva al cine venezolano durante los años ´70/80. Hay además una influencia digamos “Almodovaresca”, al incluir piezas musicales de cantantes como Yuri e Isabel Pantoja, quienes nos ubican no sólo en la década de los ´80, sino también en el ambiente gay.
De las actuaciones, la más
destacable, sin duda es la de William Goite, conocido por sus papeles
en otros films exitosos como Azul y no tan Rosa o Las Carasdel Diablo. Se desdobla en el personaje hasta volverse
irreconocible. El joven Favio Nayid por otra parte, representa bien
la nueva camada de actores nacionales, aunque el tiempo nos dirá cuan versátil es como artista histriónico. En cuanto al
director cumple bien su rol en los dos papeles a su cargo, aunque
como hijo de Sebastián Toledo, el personaje que le da nombre al
film, logra un acento más neutro que castellano.
Una película interesante desde el
punto de vista artístico, la cual, posiblemente, generará taquilla
al tratar un tema tabú, poniendo el dedo en la yaga al resucitar un
caso que conmocionó a la sociedad marabina a principios de los años
´80. Tal como ocurrió con películas como Irreversible (la
comparación no es casualidad) seguramente obtendrá algunas críticas
negativas basadas no en la calidad del film, sino en su uso poco
amigable del sexo y la violencia. Recomendable para quienes necesitan
historias e imágenes duras para hacer catarsis.
José Gregorio Hernández no es ningún
santo ni venerable. Es un cineasta y médico cirujano zuliano que en
ocasiones ha mezclado el área audiovisual con la medicina,
particularmente a través de programas televisivos como Medicarte.
Nada de eso se ve en la película, salvo en la profesión del
protagonista y los análisis forenses. Su filmografía incluye dos
cintas, Intimo Relato (su ópera prima) y Ámbar, ésta
última a estrenarse a finales de año, con la actuación de Caridad
Canelón.
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