A CHARLES CHAPLIN nacido un 16 de Abrilde 1889
-“Los pesimistas dicen que puedo fracasar, que los dictadores ya no son cómicos, que el mal es demasiado serio. Esto es erróneo. Si hay algo que yo sé, es que el Poder es sensible al ridículo. Cuanto más grande se hace un individuo, con más fuerza le golpeará la risa. (Charles Chaplin)
Guerra de 1914. Un barbero judío saldrá gravemente herido de una batalla tras salvar a un aviador. Muchos años después, marchará del hospital, curado, pero amnésico.El dictador Hynkel, que ha alcanzado el poder en Tomania, enardece con sus mítines el país y sus tropas asolan y saquean el barrio hebreo donde el barbero tiene el local. Otro dictador, Napoloni, visita Tomania para entrevistarse con Hynkel. Los judíos, aterrorizados, abandonarán el gueto. El humilde barbero, que ha sido salvado de la muerte por Schultz, el antiguo aviador al que ayudó durante la Primera Guerra Mundial, es confundido con el dictador Hynkel y llevado al estrado oficial, tras la invasión de Austria. Allí, ante la consternación de todos, no pronunciará un discurso nazi, sino que hará una apelación a los hombres en demanda de la libertad y la paz.
Chaplin interpreta dos papeles. El Charlot de siempre, que es el judío perseguido, el eterno vagabundo y filósofo, ahora barbero amnésico; y el de Hynkel (nombre que le da al Führer), de quién hace una interpretación gestual inolvidable y magistral.Chaplin ya había desatado una gran polémica social con su anterior obra maestra “Tiempos modernos” (1935) una aguda denuncia de la Depresión USA, de hondo cariz político. Ahora se trataba de una violenta sátira contra Hitler y Mussolini. No es de extrañar que sufriera toda clase de presiones, tanto dentro, como fuera de los Estados Unidos, llegando incluso a amenazar Alemania con impedir la exhibición de películas norteamericanas en el país.
Cuando en 1938 Chaplin concibió El gran dictador, los totalitarismos europeos, el nazi y fascista, por un lado; el soviético-estalinista, por el otro, amenazaban seriamente la paz de Europa. Al mismo tiempo, la Guerra Civil española estaba en pleno apogeo. Así, a principios de 1939, Chaplin escribió el guion de trescientas páginas e inició el rodaje al día siguiente de la declaración de la Segunda Guerra Mundial. La intención era muy clara: criticar a los regímenes totalitarios entonces vigentes. Pero le faltaba el final de la cinta y, para ello, elaboró un discurso que le llevó tres meses de tiempo. Un discurso que aprovechó el Partido Comunista como panfleto propagandístico y que además, sería utilizado contra el propio Chaplin durante la caza de brujas.
Obviamente, y al igual que ocurrió con “Ser o no ser” de Lubitsch (1940) su estreno, cuando el eje Roma-Berlín estaba en la mejor posición para ganar la Segunda Guerra Mundial, supuso una gran polémica. La prensa de Hearst la tachó de comunista, en algunos Estados de la Unión fue prohibida, así como casi en toda Europa y Argentina. En España no se exhibiría hasta la muerte de Franco. En la mayoría de los países es mutilada por la presión de la diplomacia alemana e italiana. Pero cuando Estados Unidos entra en guerra un año después, la película revive y se transforma en todo en éxito. No podía ser de otra manera.
Con argumento, guión, dirección, actuación y música a dos manos entre él y Meredith Willson, El gran dictador es una obra maestra de Chaplin .Posee una estética que recuerda al cine silente y sus reconstrucciones históricas, decorados y ambientación son extraordinarios. Perfectamente equilibrada, puesto que la poesía se mezcla con la sátira, el buen gusto con la denuncia cruel, el romanticismo con el más feroz de los fanatismos y, el lirismo con la caricatura. Pero ante todo está la defensa de los derechos humanos, del hombre corriente y común, de los tipos representados por el propio Charlot.
Repleta de escenas ingeniosas y míticas, como lo es la Hynkel baila con el globo terráqueo y, finalmente le explota en la cara o, la entrevista entre Hynkel y Napoloni, donde este visitante es colocado por su anfitrión en una silla más baja que la suya, para humillarle de antemano, esos seis minutos del discurso final son antológicos y un manifiesto contra las dictaduras de todos los tiempos, así como una reivindicación del humanismo que llega y nos emociona. Una película mítica, brillante e imperecedera del genio Chaplin, cómico y crítico con los totalitarismos de los años treinta al mismo tiempo.
Así, cuando la Unión Soviética pactaba con Hitler y los Ejércitos alemanes dominaban Europa y solo permanecía en pie Inglaterra, atrincherada en su isla y sometida a tremendos bombardeos, Chaplin luchaba por la libertad a través de su inagotable arte.
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