GRANDES TRANSFORMACIONES: ERIC BANA COMO EL SERIAL KILLER “MARK BRANDON”
CHOOPER (2000)
Dirección: Andrew Dominik
País: Australia
Reparto: Eric Bana, Simon Lyndon, David Field, Dan Wyllie, Bill Young
Sinopsis: Historia de un asesino basado en sus propias experiencias, un film muy polémico por sus violentas escenas. (FILMAFFINITY).
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Si bien Andrew Dominik se haría conocido en el cine con su trabajo en “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford', ya con su ópera prima,“Chopper”, demostraba su talento y de que estamos frente a un director al cual no deberíamos perderle la vista.
Basándose del libro autobiográfico, testimonios y entrevistas, Dominik logra crear una historia inquietante y sobretodo un personaje realmente escalofriante que traspasa la pantalla y consigue hacerse real. Con una de esas transformaciones dignas de elogio, Eric Bana nos brinda un recital de interpretación impresionante. Al mismo estilo que la bella Renée Zellwegger en Bridget Jones, la dieta de Bana consistió en sacos de donuts para engordar los 13 kilos más que exigía el papel. El que se fuera a un ambiente motero para trabajarse el papel también puede tener parte de la culpa de sus logros interpretativos.
Bana compone un personaje paranóico, necesitado de ayuda urgente, con un grotesco sentido del humor que acaba haciendo gracia, que no tiene ningún reparo en cortarse las orejas para salir de la cárcel (para él su cuerpo es sólo una herramienta que resulta inútil si no se le da un uso visceral) y con impulsos violentos que libera cuando le fastidiaban el paseo con su chica, o cuando le sacan de una especie de trance mental, o cuando le sale de los cojones porque le gusta ver como saltan los dedos de tus pies cuando te los corta. Para él, impulsos incontrolables.
Para poder realizar un excepcional trabajo, Bana no solamente trabajo en su físico (engordar y raparse la cabeza) si no también se adentró en la psique del asesino, para ello se dice que convivio por 13 días con el mismísimo Mark Brandon Read, de allí que a lo largo de la película vemos al actor convertido en un sujeto demencial y con cierta gracia por momentos.
La cinta no se encarga de juzgar en ningún al personaje ante el espectador, simplemente se crea un relato con una pericia narrativa fuera de toda duda y la acompaña de aspectos que a unos resultarán más interesantes que a otros, pero que no condenan el film ni para bien, ni para mal. Disfrutarlo es una de las opciones, como también lo es disfrutar con la actuación de un Eric Bana superlativo, al que no se puede achacar que su esfuerzo esté concentrado en meros cambios físicos, ya que en el primer tramo de la cinta demuestra que, sin ellos, es igual de demoledor y creíble, construyendo la figura de un criminal que sería capaz de mirar a la cara a la mismísima muerte y, porque no, acuchillarla si es menester, sin pensar en las posibles consecuencias.
En definitiva estamos frente a una de las mejores actuaciones del actor australiano.
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