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"Cinema Paradiso"

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miércoles, 3 de mayo de 2017

LA MISION

LA MISION (THE MISSION, Roland Joffe, 1986)



Recordaba una lectura referente a que bajo la invasión del imperio romano los judíos tomaron posiciones diversas. Hubo los que traicionaron sus raíces y colaboraron con los latinos, los que optaron por una oposición pacífica y se refugiaron en la promesa de la llegada de un mesías que los libertaría y una facción que tomó las armas y luchó por su pueblo. La versión oficial alteraría los hechos deformando cuanto pudo y lo que hoy conocemos es la que fue escrita por los vencedores. Intuyo que casos históricos habrán a granel y la historia que viene a continuación también tendrá algo de lo suyo.

A mediados del siglo XVIII se firmó el tratado de Madrid (1750) entre España y Portugal, con lo que los territorios en disputa localizados en la desembocadura de Río de la Plata (América del Sur) pasaban de la corona hispana a la lusa en detrimento de los asentamientos jesuitas que respondían directamente al Papa ya que en aquel entonces la influencia de la iglesia iba más allá de lo espiritual sino político, económico y cultural.


 

 


Una de las primeras escenas de gran belleza e impactante es la del sacerdote crucificado descendiendo por las cataratas. Al rato llega el padre Gabriel (Jeremy Irons) con oboe en boca interpretando una bella melodía que le sirve para atraer la curiosidad de los indios guaraníes y con ello empieza su evangelización y el adoctrinamiento de los nativos no solo en el catolicismo sino en la destreza de técnicas para la agricultura y demás cultura. Además los protegía de los tratantes de esclavos, práctica que aunque era prohibida por la corona española se hacían de la vista gorda en ese rincón olvidado del mundo a favor de los esclavistas apoyados por el gobierno portugués.



El otro protagonista es un cazador de esclavos precisamente, Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), pinta de mercenario, a quien su esposa le está poniendo los cuernos con su hermano (Aidan Quinn) y que al regresar de “un viaje de negocios” los sorprende y lleno de furia le da muerte. Agobiado de arrepentimiento se refugia en la orden jesuita que es donde Gabriel lo encuentra y propone llevarlo a la misión que él tiene en la selva. Como acto de contrición lleva todo su armamento a sus espaldas en un viaje lleno de dificultades. En una escena inolvidable son sus mismas víctimas quienes cortan sus ataduras y lo liberan de su carga.
 





Cuando se dan los hechos del tratado de Madrid, la misión debe abandonar la región, a lo que se oponen los sacerdotes y los indígenas. Gabriel desde una resistencia pacífica algo ingenua y Rodrigo que vuelve a las armas porque sabe por experiencia que el hombre es cruel y que solo claudica ante el fuego y la sangre.



 



Película con aires de cine de aventura que en su tiempo me gustó mucho, luego no tanto y ahora con los años he vuelto a apreciarla en una nueva dimensión. Quizá no es una de las mejores interpretaciones de De Niro pero debo admitir que sin su Mendoza la película no sería lo que es.

Además, reitero, la expiación es sumamente poderosa.

Con un joven Liam Neeson como otro jesuita que toma las armas y un correcto Irons cuyo papel tiene características mesiánicas. Lo verdaderamente encantador del film viene por la excelente fotografía de Chris Menges, justamente premiada, y la música de Ennio Morricone que a determinadas secuencias las eleva a la categoría de sublimes. Ganó la palma de Oro en 1986 se impuso sobre SACRIFICIO de Andrei Tarkovsky, Max Mon Amour de Oshima, After Hours de Scorsese, Mona Lisa de Jordan, Tren del Infierno de Konchalovsky y Otello de Zeffirelli, y perdió el Oscar frente a Pelotón de Oliver Stone.

Cine espectáculo sobre todo, condimentado con una pizca de mensaje,la fe como instrumento libertario; lírica en su ambientación y representación y coronada con intérpretes de lujo.

 

Repito, la redención de Mendoza me saca lágrimas de emoción.
 

 
 

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