OTTO PREMINGER (Wiznitz; 5 de diciembre de 1905 - Nueva York; 23 de abril de 1986)
Preminguer, al igual que Orson Welles, rodó una obra maestra al principio de su carrera, Laura, hecho que sus críticos utilizaron sistemáticamente para denigrar sus obras posteriores. Sobre todo a finales de los cincuenta, cuando el director austríaco, acérrimo defensor de la libertad de expresión, se embarcó en una serie de superproducciones largas y costosas, basadas en voluminosos best-sellers.
Preminger, fue de cara a la galería, la encarnación del típico cineasta de Hollywood, autócrata. Con un acento que aterrorizaba a sus actores, maltrataba a sus subordinados y gastaba millones de dólares en hacer películas, bien producidas pero rentables. Preminger era famoso por su genio endiablado. Los actores, frecuentes víctimas de sus rabietas destructoras de vanidades, le llamaban “Otto el Terrible”. Michael Caine dijo de él:”Preminger solo es feliz si algún otro se siente miserable” o Joane Crawford le describió como un nazi judío. Se podría añadir una larga lista de halagos.
Posiblemente fue uno de los directores más vilipendiados e incomprendidos. Su obra cinematográfica ha sido reevaluada con tanta frecuencia, en virtud de los cambios de gusto cinéfilos que parece que es difícil si era verdaderamente grande o simplemente muy bueno. También fue conocido por su independencia y coraje, y por los riesgos que corría ofreciendo trabajo a actores incluidos en la lista negra. Un hombre que decía lo que pensaba, nada pretencioso y que no se inmutaba con críticas ni elogios.
Al margen de todo esto, rodó grandes películas, y ahí tenemos títulos como “El hombre del brazo de oro”, “Laura”, “Tempestad sobre Washington”,”Al borde del peligro” o”Buenos días tristeza”. ¿Grande o simplemente bueno?
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