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"Cinema Paradiso"

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domingo, 19 de noviembre de 2017

ELVIS & NIXON: “EL RELATO DE UNA FOTOGRAFIA HISTORICA” - Por José Pérez Pertejo


Dirección: Liza Johnson 
País: Estados Unidos
Reparto: Michael Shannon, Kevin Spacey, Evan Peters, Ashley Benson, Alex Pettyfer, Colin Hanks


Richard Nixon recibió a Elvis Presley en el Despacho Oval de la Casa Blanca el 21 de diciembre de 1970. ¿El motivo? Al parecer, a Elvis se le metió en la cabeza que quería tener una placa de agente federal para poder luchar contra la drogadicción en su país, y los asesores de Nixon pensaron que no había problema en conceder tal deseo, a cambio de unas fotografías que podrían mejorar la imagen pública del presidente, a quien el Rey del Rock & Roll obsequió con un revólver de coleccionismo.


Foto original del encuentro de Richard Nixon y Elvis Presley.


En Elvis & Nixon, la directora Liza Johnson adopta cierto tono documentalista con la utilización de rótulos que mantienen al espectador continuamente informado de la localización y la hora en la que se desarrolla cada secuencia. Existe cierto recreo en las anécdotas triviales como Elvis comprando en persona un pasaje de avión en una línea regular o los gustos de Richard Nixon en cuanto a aperitivos y refrescos, pero lo cierto es que también se apuntan, sin profundizar en exceso, los entresijos políticos que rodean a esta clase de encuentros en los que un artista desea conocer al presidente y el beneficio que dicho presidente puede obtener de la popularidad del artista en cuestión.
En este sentido, Elvis & Nixon, evita con agilidad caer en la trampa en la que con mayor frecuencia se hunden este tipo de films, que no es otra que la de centrarse exclusivamente en los protagonistas y descuidar los personajes secundarios. Aquí, los dos colaboradores más directos de Richard Nixon (Colin Hanks y Evan Peters), partidarios de un encuentro al que el presidente se mostraba inicialmente reacio, y el mejor amigo de Elvis, Jerry Schilling (Alex Pettyfer), componen unos estupendos secundarios que arropan con solvencia a los protagonistas, Kevin Spacey y Michael Shannon, que se baten en duelo en un auténtico concurso de imitadores. Pues, no nos engañemos, esto es el mayor atractivo de la película, las interpretaciones que de Nixon y Elvis respectivamente, realizan Spacey y Shannon.

Kevin Spacey y Michael Shannon recreando la icónica fotografía.

Y aquí es donde empiezan a surgir los problemas, en lo que en mi opinión, es un flagrante error de casting. Michael Shannon (que me parece un estupendo actor) tiene un físico tan marcado con sus enormes ojos prominentes, su mandíbula cuadrada y los acentuados rasgos de su rostro, que resulta imposible (o muy difícil) ver a Elvis Presley en algún momento del film. La caracterización es notable con la vestimenta, las gafas y el pelucón que Elvis llevaba a principios de los 70; la imitación es notable en cuanto a ademanes, modo de caminar y acento. Pero aun así, lo que continuamente vemos es a Michael Shannon disfrazado de Elvis Presley. Y eso saca de la película al espectador más entregado.

Mucho más acertado está el trabajo de Kevin Spacey que, a pesar de tratarse también de una imitación, consigue encarnar los gestos de Nixon, su acento y su particular postura encorvado de hombros al mismo tiempo que (mérito también de los maquilladores y caracterizadores) alcanza un parecido físico sorprendente con el controvertido presidente americano.


Los dos personajes son tratados por el guion y por sus intérpretes sin demasiada generosidad. En ningún momento la directora lleva a la película hacia la hagiografía y ni Elvis ni Nixon salen demasiado bien parados. Nixon, unos años antes del watergate, es mostrado como un hombre ambicioso pero inseguro, de carácter fuerte pero doblegado ante los caprichos de su hija que anhela un autógrafo de su cantante favorito. Haciendo continua exaltación de los valores patrióticos americanos encuentra su punto de unión con un Elvis crepuscular, mostrado como un ser psicológicamente inestable, con excentricidades un tanto patológicas pero consciente, en todo momento, de quien es y en quien le han convertido (cosificado) el éxito y la fama. En ambos personajes hay humanidad y vileza, ambición y generosidad, egocentrismo y autoconsciencia de sus debilidades.

En conclusión, Elvis & Nixon es una película muy entretenida que se beneficia de su corta duración (la cosa no daría para más de hora y media) y que encubre su carencias con un acertado ritmo y las esforzadas interpretaciones (o imitaciones) de su pareja protagonista.


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