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"Cinema Paradiso"

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sábado, 22 de diciembre de 2018

Japanese Story (2003) de Sue Brooks - Por Jorge Luis Ticse



Desde su debut en la hoy clásica La Boda de Muriel (PJ Hogan, 1994) la australiana Toni Collette ha sido una presencia resplandeciente en pantalla, aún si son escasas sus oportunidades de mostrar su talento como amerita; no obstante, sus apariciones en Sexto Sentido (como madre perpleja del chiquillo que “ve gente muerta”), Emma (es la confidente de Gwyneth Paltrow) y muy especialmente la formidable Velvet Goldmine (Todd Haynes, 1998) –es la delirante esposa de una estrella de rock, que termina extinguida a modo de supernova-, sirven como testimonial, junto con su breve, inolvidable beso con Julianne Moore en Las Horas, de un talento y belleza insólitos, que hallan una exposición perfecta en este filme dirigido por Sue Brooks.



Aunque el pésimo título en español, Una historia infiel, pareciera condenarla a una categoría de melodrama sórdido, Japanese Story (su título original) es fruto del esfuerzo de un cuarteto de mujeres – la actriz y la cineasta, junto con la escritora Alison Tilson y la compositora Elizabeth Drake- que desafía cualquier categoría y es uno de los estrenos más interesantes de la temporada, que sabe cómo recompensar al espectador paciente.


Sandy Edwards, geóloga y soltera, es frugal y juiciosa, pero tiene un lado secreto bajo ese barniz; es también una joven que se permite ser tierna y soñar... su cuerpo, en el trabajo su principal herramienta, se convierte en un instrumento musical; en un pestañear, su mirada revela aspectos de su alma que en un parpadeo se archivan sin expresión. 


Ambas identidades conviven en la misma mujer y son utilizadas con maestría por la directora al narrar su viaje hacia el corazón desértico de Australia, acompañando a un petulante joven millonario japonés (Gotaro Tsunashima), hijo de un socio de la compañía minera para la que ella trabaja y quien, al principio, le cae en la punta del hígado… aunque gradualmente el trato entre ambos, mientras se hallan en un territorio ignoto, se transforma en una auténtica epifanía. 


Contrario a lo que la espantosa publicidad pudiera sugerir, aquí no hay enamoramientos convencionales, ni besos de azúcar. De hecho, la relación entre los personajes trasciende al argumento.


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