Buscar este blog

"Cinema Paradiso"

"Cinema Paradiso"

jueves, 7 de septiembre de 2017

BUTCH CASSIDY Y EL KID


                                   BUTCH CASSIDY Y EL KID (DOS HOMBRES Y UN DESTINO)
 

 

                           BUTCH CASSIDY AND THE SUNDANCE KID (George Roy Hill, 1968)
 
 

El western es un género cinematográfico 100% norteamericano.  América es un continente mucho más joven que Europa y la población estadounidense tiene raíces multiétnicas así como gran diversidad cultural por lo tanto había necesidad de una mitología unificada, fruto de ello el cine de vaqueros brindó un contingente no histórico sino legendario pues como sabemos el contenido de los filmes han ido modificándose a lo largo del tiempo (ejemplo los malvados indios se reivindicaron y el heroico General Custer no fue más que un genocida).  El hecho que otras culturas tomaran el contexto del Western lo ha enriquecido, particularmente cinematografías como la italiana, española y mexicana (juntas o por separado) aportaron elementos e influencias. 
 
 

 
La decadencia comenzó por los años sesenta tornándose inevitable en los setenta y con pocas obras rescatables en los ochenta. Prácticamente era un cadáver a mediados de esta década y salvo películas muy escasas  nos han devuelto el sabor de esta corriente cinematográfica aunque por más notables que hayan sido no han logrado recuperar el esplendor del género en la actualidad  más proclive a otras tendencias.
 
Allá en 1969 una película nos advertía en su inicio:  La mayoría de los eventos que se narran a continuación son ciertos.  Tal vez ingenuamente uno lo haya creído en aquel entonces sin embargo su tono de farsa es evidente.  La disfruté mucho cuando la vi por primera vez en una reposición en un programa doble (justo la pasaron con  Butch y Sundance, los primeros días de Richard Lester con Tom Berenger y William Katt)  y en la actualidad no dudo en asegurar que es una de las pelis que como canto del cisne auguraba  el declive del Western, incluso la escena  de la bicicleta (reemplazo del caballo, bienvenidos al futuro, dijo el merolico) remacha irónicamente esta sentencia.



George Roy Hill con guión de William Goldman nos presentó a esta pareja de forajidos  de una manera simpática.  Cómo no empatizar con un Paul Newman que advierte a un asustado jugador de póker que se ha atrevido a sacar su arma y amenazar al mismísimo Sundance Kid  (la pistola más rápida del Oeste de aquel entonces): Invítanos a quedarnos, solo hazlo.  Y cuando lo hace el otro espeta:  No gracias, en otra ocasión y lo salva de una muerte cantada.  El mismo Paul Newman que descubre que su banda del hoyo en la pared ha elegido un nuevo líder y se le enfrenta para recuperar su puesto.  El usurpador le dice a Sundance que si él gana puede seguir siendo parte de la pandilla, Paul le pide que en caso de perder él:  mate al otro.  
 
 
 
El Butch  de Paul Newman es todo simpatía en la película y lo aceptamos porque no nos tomamos en serio, admitimos que es una comedia  y nos reímos con su asalto al tren, con la escena del paseo en bici (genial, antológica y nostálgica acompañada de Raindrops are falling on my head), con la fuga y su persecución, con su risa al enterarse que el Kid no sabe nadar. Son sus ojos azules los que nos comunican que lo que vemos en pantalla es una forma en que pudo haber sido el Oeste si hubiera sido algo agradable  y amable.  Cómo no empatizar también con Robert Redford dando réplica como el pistolero de pocas palabras y disparo veloz. Ese Redford  cuyo romance con  Etta (siempre estuve enamorado de Katharine Ross)  nos parece maravilloso y quisiéramos  que encuentren su tierra prometida en América del Sur y sean felices.  Sí, estamos contemplando la mitificación en su zénit  porque los personajes no son malos ni matan a nadie en sus asaltos, no son héroes pero tampoco lo contrario.



 
 
 

Vendrían después obras revisionarias y desmitificadoras y al otro lado del charco una ola feroz llamada el Spagetti Western que oxigenó al género.  Pero ahí estaban Newman  y  Redford emboscados sin salida, ya no hubo un río donde saltar, morirían  atrapados cuando se les agotaran las balas o, para eternizarse en la mentalidad colectiva, salían a batirse y morir acribillados por un ejército de bolivianos.

 
El fotograma congelado del final es histórico ( ¿o legendario?).
 
 
 
 
 
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario