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"Cinema Paradiso"

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domingo, 20 de mayo de 2018

Grandes Transformaciones: "El Maquinista" de Bread Anderson (2004) - Por Paul Torres


GRANDES TRANSFORMACIONES

EL MAQUINISTA

Dirección: Bread Anderson
Año: 2004
País: España

Sinopsis: Trevor Reznik, un empleado de una fábrica, padece desde hace un año un grave problema de insomnio, un mal que él oculta y que le provoca terribles alucinaciones. Debido a la fatiga se ha deteriorado tanto su salud física como su salud mental. Repelidos por su aspecto físico, sus compañeros de trabajo primero le evitan, y después se volverán contra él cuando uno de ellos pierde un brazo en un accidente en el que Trevor se ve involucrado. (FILMAFFINITY)
.

Si algo nos demostró ésta película dirigida por Brad Anderson es que hay pocas cosas peores para uno mismo que no tener la conciencia tranquila. Durante más de hora y media, el espectador sufre en tormento de Trevor Reznik, magistralmente intepretado por Christian Bale.

No solo vive amargado, sin poder dormir y padeciendo, en consecuencia, terribles alucinaciones. Es que además provoca las suspicacias entre los compañeros de trabajo de la fábrica que ven como cambia cada día no solo su personalidad, sino también su aspecto físico. Porque Reznik se va convirtiendo en un cadáver andante a medida que avanza la trama. Y sabemos que detrás de él hay un actor que, al menos en lo que a físico se refiere, ha debido pasar por lo mismo.

Bale llegó a confesar que se le hizo muy cuesta arriba la preparación del personaje. Entre otras cosas, sentía que su cuerpo no tenía la suficiente energía para emprender acciones de cierta intensidad, como correr. Se dice que lo único que consumía el Gales era una manzana y una lata de atún al día para poder así perder el peso necesario para el personaje.


En el trabajo de Anderson hay claras influencias de directores tales como Hitchcock, Lynch y de escritores como Kafka y Dostoievski, así que no resulta extraño que en un pasaje de la cinta se observa el libro El Idiota.

La angustiosa cinta de Anderson relata la insufrible vida de Trevor Reznik, un operario de una oscura fábrica que vive sumido en la realidad más asfixiante, y se consume en una enfermiza delgadez unida a un desmedido insomnio que dura un año entero.


Estamos frente a un filme incómodo, que contagia al espectador su desequilibrio emocional en un lánguido ambiente a través de los ojos de su protagonista, que observa atónito cómo su vida se transforma en una alucinación, en pura paranoia, en un vacío existencial que lo va anulando poco a poco. En este manido juego de disfuncionalidad mental es donde el riesgo del filme de Anderson tiene sus mejores atractivos, ya que a pesar de que las posibilidades de este tipo de narración están casi agotadas, dado el gran número de películas contemporáneas que han ofrecido una y otra vez esa temática de memoria quebrada e imposible diferenciación de la realidad y la ficción, el experimento de imaginería de "El maquinista" ennoblece sus propósitos al dibujar un drama introspectivo que brinda un fascinante contraste.

Lo esencial no es el final, sino la manera como te han llevado hasta él, en una historia con demasiados tintes a Kafka y Dostoievski como para creer en coincidencias.


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