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"Cinema Paradiso"

"Cinema Paradiso"

viernes, 7 de octubre de 2016

"BRONSON" DE NICOLAS WINDING REFN - Por Sebastián Gálvez



DIRECTOR: Nicolas Winding Refn

AÑO: 2008

PAIS: REINO UNIDO

PROTAGONISTAS: Tom Hardy, Matt King, James Lance, Amanda Burton, Kelly Adams, Juliet Oldfield, Jonathan Phillips, Mark Powley, Hugh Ross, Joe Tucker, Gordon Brown, Charlie Whyman.

GÉNERO: Biopic.


"Va Pensiero, Marcha Funeral de Siegfried, It's a Sin...y un Dúo de las Flores..."

Desde sus primeras imágenes, Bronson nos dice que no seremos expuestos a los simples detalles de una crónica roja, una parábola "zoocial" ni mucho menos el insípido biopic de un lumpen con ínfulas histriónicas, ávido de reconocimiento. No. Las notas del portentoso Va Pensiero (Ve, Pensamiento), de Verdi empiezan a sonar casi al compás de la voz en off del protagonista-maestro de ceremonias-bufón shakesperiano y por sobre todo, héroe aciago de una epopeya cuyo primer canto toma lugar en algún modesto suburbio del sur de Inglaterra a inicios de los años cincuenta.


Suburbio que el místico himno de la ópera Nabucco  -potenciado por las lapidarias descripciones del narrador al evocar su bautizo en los feudos de la violencia más irracional- , nos hace reconocer como una tierra de sortilegios, predestinaciones, gestas y tragedias.

La presentación ha sido perfecta. La sombra del Va Pensiero, el lamento por excelencia del Pueblo Elegido, seguirá a Michael Gordon Peterson, alias Charlie Bronson (1), hasta la cárcel, cuando merced a aquel desparpajo e inocencia afín a las primeras castas de titanes, conocerá la soledad y muy especialmente el insondable dolor reservado a quienes La Gracia les fue negada, no obstante haber nacido bajo el estandarte del trueno.


“Aquí domamos leones”, le dice a Bronson uno de sus carceleros. Y el recuerdo de Verdi se impone otra vez de manera apabullante. El León de Judá, símbolo marcial que nutrió la melancolía de los hijos de Israel al ser arrastrados al cautiverio babilónico, ruge desafiante…y a su vez, con la certeza de la muerte...
Mirando al vacío, absorto en sueños gloriosos que le son imposibles definir, el soundtrack nos señala que Bronson será todo menos un ser dócil o sumiso. Wagner suena, heroico, recordándonos la muerte de Siegfried; entonces, el cautivo -cuyo espíritu, en otras épocas, hubiese conocido las directrices de pontífices y shogunes _, una vez más y hasta el infinito, estallará en una lucha sin cuartel.



Contra todos.
Contra todo.

Pero, en primer lugar, contra sí mismo.


34 años como prisionero. 30 de ellos en aislamiento absoluto. Conoció las mazmorras y sus letrinas. Vivió la enajenación de los servicios psiquiátricos penitenciarios (2). Incontables motines y desafíos a la autoridad. Se ha convertido en el recluso más peligroso y caro de la historia inglesa. La Corona le otorga el indulto. La Reina declara que no lo ha podido domar.

Bronson sale libre.


¿Es esto, por fin, el laurel tanto tiempo postergado?

¿O por el contrario, la inmersión en un mundo que no comprenderá, pues su violencia innata sólo le permite reconocerse tras una jaula, como la peligrosa fiera que es?

Paradojas. Bufonadas de Yorick. Tragedias griegas y pentatéuticas.

Púgil callejero. Un amor no correspondido. Rechazo "zoocial". Finalmente, el retorno a las sombras que tanto extrañó. ¿A dónde vas, Bronson?

Decide pintar. Le inducen a dibujar. “Exorcizar demonios a través del arte”, como muchos estúpidos dirían. Pero no, Charlie Bronson. Tú lo sabes. Los de tu casta, sean benditos o condenados, saben la verdad. El arte sólo es una copia. Y de tercera categoría.


Tú te debes a La Verdad. A la naturaleza. A Los Dioses.

Eres un Caído. Asume tu condición. Abrázala. Solázate en ella. Ocupa tu lugar en el ciclo sin fin.

Y Bronson, el gigante, Charlie Bronson, el titán, El Condenado, reconoce su esencia. No la suelta. La celebra.

La exalta.

“Sí. Esta sí es una obra que me pertenece”, dirá frente a aquella imposible escultura humana que acaba de crear.

O su último rehén, como seguros están los guardias prestos a detener la locura del coloso.

Desnudo como un guerrero tallado por Arno Breker, El Condenado ha convertido los óleos en una pintura de guerra que sabrá cubrir su cuerpo indómito con aquellas sombras que, paradójicamente, le hacen resplandecer entre los demás.

Una careta de papel maché empuñada por el coloso le confiere una extraño halo de anfiteatro heleno al salón de arte de la prisión. El sombrero de copa y las gafas ahumadas, hacen recordar que es un Lord del Apocalipsis. Y es entonces cuando, el bellísimo Dúo de las Flores, de la ópera Lakmé, empieza a envolver las estancias.



Es la última orden del titán.
Está listo.
Es el momento.
Es su ascensión. Su apoteosis.

Su descenso definitivo a los infiernos.

Y al término de la epopeya, lo primero que recuerdo es la conmovedora pregunta que Saladino le hizo a Ricardo Corazón de León… (3)

“¿Por qué Dios no te hizo mi hermano en vez de mi enemigo?”

(1) “Charles Bronson. El Vengador Anónimo. ¡Gran película, señor!” exclama un oficial.
(2) “Es un pecado” como dice la "bronsoniana" letra de una de las canciones más populares de los Pet Shop Boys, la cual se oye en la inquietante escena del baile en el hospital psiquiátrico de alta seguridad.
(3) Como el Sultán, Bronson tomó El Islam. Trató de hallar paz en la fe de Muhammad, pero al poco tiempo retomó el sendero del león...


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